Paisaje y Memoria
2012
Memoria, Territorio
Ficha de obra
N° de registro: NG-O-066
Fecha de creación: 2012
Año Exhibición: 2012
Fecha de exposición: 23 de agosto al 23 de septiembre
Nombre de la exposición: Alzheimer
Lugar de la exposición: Centro Cultural Carcel
Institución Organizadora: Centro Cultural Carcel
Curador/a: Patricio Vogel
Ciudad: Valparaíso
Pais: Chile
Tipo de exposición: Colectiva
Tipo de Obra: Bidimensional
N° de componentes: 6 bastidores 3 pantallas 7"
Técnica - Material: Raso desteñido por el sol sobre tela de algodón. Texto bordado, tres pantallas digitales con imágenes en blanco y negro.
Dimensiones: Bastidor 270 x 550 cm, tres pantallas de 7".
Propietario: Colección Nury González
Ubicación: Colección Nury González
Situación de la obra: La tela se encuentra desmontada y enrollada
Estado de Conservación: Bueno
Descripción Visual
Obra compuesta por una tela de gran formato sobre un bastidor de tela gris con una franja blanca a la izquierda donde va la frase “A partir de un punto determinado ya no hay retroceso posible”. Como es una tela de una cortina, está desteñida por la luz del sol, lo que marcó cimas y hendiduras. A su derecha va acompañada de un tríptico de fotografías digitales de huellas del desierto, cada pantalla tiene una secuencia de 7 fotografías que van formando trípticos nunca iguales. En la imagen de registro la primera son marcas de carretera prehispánicas, la fotografía del medio muestra ropa encontrada en la caminata arqueológica y en la izquierda aparece una botella de vidrio rota.
Texto Artista
Paisaje de Memoria, 2012
Esta pintura es una tela de raso color carmín, desteñida, gastada y quemada la potencia lumínica del sol, por el paso del tiempo, un paisaje como metáfora del paso del tiempo y como paisaje de la destrucción. El despliegue de los pliegues de múltiples naranjos se completan con los grises que dejan ver los hoyos de la tela gastada transformándose en la memoria y los olvidos de una vida. Son los hoyos negros del recuerdo.
La secuencia fotográfica son imágenes de huellas del desierto, cada pantalla tiene una secuencia de 7 fotografía que van formando trípticos nunca iguales.
Contexto histórico-político
La exposición Alzheimer, aborda la memoria a partir del olvido y su expresión en el arte contemporáneo. Fue curada por el artista Patricio Vogel, quien convocó a Nury González junto a los artistas nacionales Jorge Cabieses, Pablo Núñez, Bárbara Palomino, Enrique Ramírez, Yael Rosenblut. Vogel también participó como artista. A ellos se sumaron los artistas internacionales Catherine Griffits de Nueva Zelanda, María Karantzi de Grecia, Eva Christina Meier de Alemania, Francis Naranjo de España, Igor Stromajer de Eslovenia y Kaing Hiun Wook de Corea del Sur.
Biografia de la obra
En esta obra podemos ver la presencia de objetos que guardan memoria. En primer lugar está la tela de las cortinas que fueron enviadas desde Beirut por la artista libanesa Marwa Arsanios, las que fueron lavadas por Nury González en el lago Riñihue y luego separadas de su forro. La cortina es lo que vemos montado sobre un gran bastidor, con un desteñido único, mientras que el forro es lo que trabajó para la obra Historias de Guerra. Luego están las fotografías que fueron tomadas por la hermana arqueóloga de la artista, Josefina González, en una expedición por el norte de Chile. Ahí se muestra una secuencia de imágenes de huellas del desierto. Cada pantalla tiene siete fotografías que van formando trípticos nunca iguales. Cada una de las imágenes muestra también las memorias del desierto.
PROYECTO BEIRUT
Durante los últimos años he realizado varios trabajos —Historia de Cenizas (1998), El Mercado Negro del Jabón (1999), Correspondencias de Mayo (2001), — que interpelan ciertos relatos, algunos históricos, otros de ficción, que provienen de una tradición autobiográfica de desarraigo, tragedias mayores como la guerra y el exilio, centrados en lo que podría denominar “inestabilidad histórica”. He intentado hacer de ello, con el imaginario que supone, un correlato con los procedimientos artísticos, sobre todo con las materialidades inestables de los soportes y con el uso traslativo de prácticas, generalmente femeninas, provenientes del ámbito doméstico. Mis referencias provienen de la búsqueda, del rescate y fijación forzosa de relatos orales apenas audibles, de manualidades hogareñas pérdidas, de historias tan heroicas como privadas que fraguaron el momento de la imaginación —cuyo destino más probable es el de ser olvidadas—, de algunos documentos de archivo, de la búsqueda y recopilación de frases famosas que me indiquen un sentido verosímil de la dimensión personal. Las fotografías, documentos y objetos atesorados por mis ancestros, que fueron acarreados y desplazados por fronteras hasta llegar casualmente a Chile, me permiten entretejer una memoria y reconstruir o invencionar una historia posible como asimismo, la posibilidad de tener una historia.
En este contexto aproximado de trabajo, recibo una lejana solicitud de colaboración artística, que toca sin embargo, todos estos ámbitos de interés personal, produciendo la misma energía narrativa y conectiva que producen historias y documentos de referencia más propios y cercanos. A través de la curadora chilena Natalia Arcos, la artista libanesa Marwa Arsanios me envía cuatro cortinas del Hotel Carlton de Beirut, con el encargo inespecífico de intervenirlas. Este envío, que ya había pasado por las manos de un artista ateniense, fue recibido por mí en un inicio como presente griego. Venía acompañado de un relato escrito y un video que registra el momento en que Marwa Arsanios descuelga estas cortinas, acto de recolección y apropiación que para ella significa una reparación —según relata— de la historia de su propia niñez en Beirut, intervenida ferozmente por 15 años de guerra civil. En el video se ven además, imágenes del Mar Mediterráneo golpeando con sus olas un contrafuerte en las cercanías del otrora lujoso hotel, construido en los años 50 y que fungió como signo de cierta modernización frustrada de la ciudad a la que la alta burguesía llegó a denominar el Paris del Medio Oriente. Este hotel, lugar común de la “arquitectura moderna”, fue clausurado no sólo por la guerra civil sino principalmente por un asesinato pasional entre homosexuales.
De todas esas historias, difíciles de imaginar y entender, que acompañan estos objetos textiles llegados desde otro planeta —recuerdo vagamente una escena de una película de Schlondorf en la que un caballo blanco galopa desbocado entre las ruinas humeantes de Beirut— me quedo a solas con las cortinas que acarrean, quiero suponer, todas esas historias, y con esas imágenes de las olas del Mediterráneo. Todo lo demás es irreductible, incluyendo el traslado kilométrico de este envío
—Beirut, Atenas, Santiago—, traslado que yo misma prolongo hasta el Lago Riñihue, al sur de Chile.
Al borde de ese lago paradisíaco que esconde otra tragedia vinculada con el terremoto del año 60 en Chile, saqué de la caja donde venían, una a una, las cuatro cortinas y las hundí —a excepción de la ya intervenida en Atenas — por Michail Theodosiadis atrapadas con piedras en el agua dulce que las golpeaba suave y acompasadamente. Quedaron ahí en remojo durante 3 días, para que soltaran, por decirlo así, las historias que traían entretramadas. En el transcurso de este proceso, que fue registrado en video, y al que quise otorgarle el carácter de un ritual, reparé en que cada una de estas cortinas tenía por detrás un forro, un “falso”, totalmente destruido por el paso del tiempo.
Las saqué del agua y las extendí al sol. Las doblé una a una. Me propuse recuperar esas telas quemadas por el sol de Beirut fijando su estado de deterioro como si se tratara de tejidos arqueológicos, planchándolos y cosiendo sus bordes fractales desmembrados a una tela de sábana blanca, transformándose esos desechos en grandes mapas casi invisibles de una región ignota.
Un fractal natural es un elemento de la naturaleza que puede ser descrito mediante la geometría fractal. Las nubes, las montañas, el sistema circulatorio, las líneas costeras (iguales a los bordes de los forros de las cortinas) o los copos de nieve son fractales naturales. Esta representación es aproximada, pues las propiedades atribuidas a los objetos fractales ideales, como el detalle infinito, tienen límites en el mundo natural.
Nury González,
Abril 2009, Santiago de Chile,