Sueño Velado
2009
Cuerpo
Ficha de obra
N° de registro: NG-O-056
Título Vigente: Sueño Velado
Fecha de creación: 2009
Año Exhibición: 2009
Fecha de exposición: Octubre y noviembre 2009
Nombre de la exposición: El terremoto de Chile
Lugar de la exposición: Museo de Arte Contemporáneo, sede Quinta Normal
Institución Organizadora: Trienal de Chile
Curador/a: Fernando Castro FlórezTicio Escobar
Ciudad: Santiago
Pais: Chile
Tipo de exposición: Trienal
Tipo de Obra: Instalación
N° de componentes: 45
Técnica - Material: Veladores, lamparas de mesa y objetos variados.
Dimensiones: Medidas variables.
Propietario: Los componentes fueron prestamos
Descripción Visual
45 veladores de 45 personas de la ciudad de Santiago, dispuestos en damero, con sus objetos personales además de sus lámparas, las que iluminan la sala.
Texto Artista
Sueño Velado, 2009
Instalación medidas variables
45 veladores/mesa de luz dispuestos en damero
Iluminación de sala proviene sólo de sus lámparas
Después del terremoto, de cualquier terremoto, los de tierra, los políticos, los familiares, los amorosos, lo que siempre queda visible o rescatable en la habitación, es el velador —la mesa de luz— que logra contener, en el tiempo posterior a la partida de los cuerpos, pistas de la última conversación, de la última espera, del último soplo. Pareciera ser un objeto que convoca las claves de reparación y reconstrucción —de tanto mirarlo y usarlo—, de los secretos más velados o de las historias más renuentes del recuerdo.
La obra está construida por recuerdos difusos y confusos convocados, esta vez, por esta lectura de Von Kleist. Consiste en el emplazamiento en damero de 45 veladores singulares —nuevos, viejos, finos, comunes, buscados, encontrados todos prestados— todos ellos provenientes de la ciudad de Santiago y sus alrededores. Sobre cada uno de estos muebles, pertenecientes al ámbito más privado del alhajamiento del hogar, está la lámpara de noche con su ampolleta encendida. Estos 45 diferentes muebles de dormitorio, que han velado el sueño de sus propietarios, están dispuestos en un espacio en el que su iluminación proviene exclusivamente de sus lámparas de noche.
A cada una de las personas que me prestó su velador le entregué un cubo gris —con una frase impresa EL QUE SUEÑA PUEDE MÁS QUE EL QUE NO SUEÑA— y una lámpara. A todos lo mismo, entonces, durante 2 meses, 45 personas incluída yo, tuvimos un mismo velador que se fue cargando de historia.
Sobre los veladores están los distintos objetos, esos que las personas que se disponen a dormir, habitualmente acercan a la cama, como por ejemplo, ceniceros, radios, relojes despertadores, libros, fotografía, remedios, vaso o botellas de agua, aparatos de control remoto o trabajos domésticos a medio terminar. Son 45 retratos velados de sus propios dueños.
Nury González
Contexto histórico-político
La Trienal de Chile fue un proyecto emblemático del Bicentenario que incluyó a artistas, curadores, críticos e intelectuales locales y extranjeros, con exhibiciones y diversas actividades a lo largo del país.
Acogiendo el llamado del Curador General, Ticio Escobar, sobre explorar los límites del arte, Fernando Castro Flórez, dice que la muestra “no pretende ser de ‘tesis’, como altisonantemente suele decirse. No es una selección enciclopédica ni hegemónica sobre arte contemporáneo en Chile. Son distintas generaciones en diálogo bajo un pretexto literario”.
Este pretexto es el relato del poeta alemán Heinrich von Kleist, “El terremoto de Chile” (1808), que le sirve para organizar la narrativa de la exposición. El cuento era para él una obsesión: un español que vive en Chile un amor prohibido, es condenado a muerte y sufre la devastación de un terremoto. “El acontecimiento natural desata una suerte de historia moralizante en la que el extranjero aparece como aquel que mancilla el honor de lo propio. Aunque la historia avanza hacia lo bucólico y parece que finalmente todo habría sido ‘perdonado’, da un giro inesperado, pero no por ello menos lógico, hacia la violencia salvaje e indiferenciada”, dice Castro Flórez.
“La muestra intenta detectar temblores de tierra, situaciones veladas o discontinuidades, sin pretender ofrecer una imagen institucional ortodoxa. Más allá del cliché del ‘arte joven’ o del mero panorama complaciente, lo que intentamos es fijar algunos elementos estético-cartográficos para pensar qué ha sucedido en el arte chileno contemporáneo una vez que comienza a concretarse el dibujo o la imaginación del Edén, por parodiar el título de una importante aproximación al contexto y a los artistas realizada por el crítico de arte cubano Gerardo Mosquera (Copiar el Edén. Arte reciente en Chile, Santiago, 2006)”.
Así, agrega, “se podrá ver la multiplicidad de propuestas, lenguajes e intenciones del arte que se está haciendo en Chile en este siglo XXI. Desde planteamientos pictóricos a fotografías que tienen en cuenta lo ruinoso sin derivar hacia la melancolía romántica, de las instalaciones a los planteamientos relacionales, de la procesualidad o lo conceptual a la búsqueda de interacción”.
Revisado en https://www.arteporexcelencias.com/es/noticias/2009-10-06/el-terremoto-de-chile.html Disponible al 06-03-2022
Biografia de la obra
En la publicación de la Trienal, la obra aparece consignada como “La vida es sueño” pero su titulo actual es Sueño Velado.
Sueño velado 2009 / Sección Arte Contemporáneo chileno, curada por el español Fernando Castro Flores para la Trienal de Chile.
El guión curatorial de Fernando estaba basado en el texto el Terremoto de Chile del escritor romántico alemán Von Kleist, entonces nos fue entregado ese texto.
Al leerlo, lo que se me vino a la cabeza fue una escena de mi niñez, dos camas separadas por un velador, mi madre hincada en ese pequeño espacio, y mi hermana y yo hincadas en la cama rezando —supongo— el padre nuestro. De pronto todo empieza a moverse, cada vez más fuerte y mi madre nos hace bajar de la cama y estirarnos a su lado. Lo que sucedió ahí fue que todos los libros que estaban en el velador –esos que se amontonan para ser leídos antes de dormir– se me cayeron en la cabeza. Eso fue lo que recordé al comenzar a leer el texto de Von Kleist. Y al recordar eso, se me vino otra imagen a la cabeza. En abril de 2003 –después de una larga y dolorosa enfermedad —fibrosis pulmonar– murió mi madre en Santiago de Chile. Ella tenía una segunda casa al borde del lago riñihue, era la casa que más quería al final de su vida, estuvo ahí durante todo ese verano del 2003 y regreso a Santiago para morir 7días después.
Entonces, volviendo a la construcción de la obra Sueño Velado, 5 meses más tarde, volví a esa casa del lago, al entrar a su pieza, estaba la cama y su plumón con esa hendidura que dejan los cuerpos cuando se levantan, como cuando las personas se sientan en los sillones de plumas que han sido ordenados en el aseo.
Ahí estaba el plumón con la huella del peso del cuerpo. Sobre el velador —su velador— un klenex usado, una pequeña caja de galletas con un resto de queque — el que le dejaban cada noche, dos libros, una libreta de apuntes.
Lo inquietante de esa imagen es que mi madre podría haber salido de esa pieza hace un segundo. Por los libros y lo escrito en esa libreta, yo o cualquier extraño podría haber reconstruido su historia, la historia de ese cuerpo que ya no está ahí para el otro.
Entonces pensé en que hacer con esa imagen y con esa lentitud que nos envuelve el arte. Pensé en como serían los veladores de los detenidos desaparecidos de Chile, pensé en acotar esa búsqueda a las mujeres detenidas desaparecidas de Chile, después a las mujeres detenidas desaparecidas de Santiago y me pasé unos años pensando en como hacer ese trabajo sin encontrar como resolverlo.
Entonces años más tarde, 6 años más tarde y por el cruce de esos recuerdos difusos y confusos convocados, esta vez, por esta lectura de Von Kleist. Terremoto / velador / madre / cuerpo / historia, es que puedo imaginar Sueño Velado.
Velar
tr. Hacer centinela o guardia por la noche
tr. Asistir de noche a un enfermo
tr. Pasar la noche al cuidado de un difunto
tr. Observar atentamente algo
Primer velador riñihue
Los veladores son los muebles menos editados de un a casa, todo mueble u objeto que ponemos en el baño, el living, la cocina, el comedor está ahí para otro, ese otro que lo mirará y podrá imaginarse mil historias, los objetos, colores y texturas dan cuenta de un imaginario. Finalmente están puestos ahí, en lo publico de lo privado.
Nos preocupamos de presentarlos/presentarnos en una cierta estética que nos constituye cultural e ideológicamente.
Pero el velador que está al lado de la cama es el mueble/objeto que recibe todos los gestos más íntimos de nuestro cuerpo, NO está ahí para otro, es solo nuestro, con nuestros objetos, esos que se dejan sin ningún orden, o con muchos ordenes, como ese velador de mi madre muerta que me devolvió por un instante un soplo de su vida, lo que leía, lo que comía, lo que escribía.
Velador de velar / develar, Descubrir, poner de manifiesto
La obra Sueño Velado consiste en el emplazamiento en damero de 45 veladores singulares —nuevos, viejos, finos, comunes, buscados entre los amigos y los amigos de los amigos, son todos prestados— todos ellos provenientes de la ciudad de Santiago y sus alrededores. Cada uno de ellos con los objetos propios. Sobre cada uno de estos muebles, pertenecientes al ámbito más privado del alhajamiento del hogar, está la lámpara de noche con su ampolleta encendida. Estos 45 diferentes muebles de dormitorio, que han velado el sueño de sus propietarios, estaban dispuestos en un espacio el que la iluminación provenía exclusivamente de sus lámparas de noche.
A cada una de las personas que me prestó su velador le entregué un cubo gris —con una frase impresa EL QUE SUEÑA PUEDE MAS QUE EL QUE NO SUEÑA— y una lámpara. A todos lo mismo, entonces, durante 2 meses, 45 personas incluida yo, tuvimos un mismo velador que se fue cargando de historia durante dos meses.
Sobre los veladores están los distintos objetos, esos que las personas que se disponen a dormir, habitualmente acercan a la cama, como, por ejemplo, ceniceros, radios encendidas (cooperativa y bio bio que son las que escuchaban sus dueños cada mañana), relojes cuyas alarmas sonaban cada mañana, libros, fotografías, remedios, vaso o botellas de agua, aparatos de control remoto o trabajos domésticos a medio terminar. Se transforman así en 45 retratos velados de sus propios dueños. Curiosamente, al ver la obra instalada, la escena ya no era el instante posterior al terremoto, más se trasformó en el instante previo al desastre, había ahí una contención, ese ruido sordo que lo llena todo antes del horror, como el aullido de los lobos en esa impactante escena de la película el Dr. Zhivago.
Después del terremoto, de cualquier terremoto, los de tierra, los políticos, los familiares, los amorosos, lo que siempre queda visible o rescatable en la habitación, es el velador —la mesa de luz— que logra contener, en el tiempo posterior a la partida de los cuerpos, pistas de la última conversación, de la última espera, del último soplo. Pareciera ser un objeto que convoca las claves de reparación y reconstrucción —de tanto mirarlo y usarlo—, de los secretos más velados o de las historias más renuentes del recuerdo.
Fuentes Bibliograficas
Trienal de Chile, 2009.