Descripción Visual

Obra formada por un bastidor achaflanado de gran formato, cuyos bordes laterales quedan descubiertos. Al centro, el bastidor está cubierto por dos telas blancas de base y cada una por un paño de lana café, realizada en telar de suelo. El paño de la izquierda presenta cinco cintas blancas dispuestas de manera vertical, cercanas al borde interno del paño, cuyos extremos inferiores presentan pequeños palos de madera, desde los cuales cuelga un peso de plomo. Tanto las cintas como el paño café presentan diversas impresiones serigráficas en negro, azul y rojo. El paño de la derecha presenta tres cintas blancas dispuestas verticalmente, a continuación del grupo de la izquierda. En sus extremos inferiores se observan tres palos de madera, desde donde cuelgan, irregularmente, plomos de pesca. Tanto las cintas como el paño café presentan diversas impresiones serigráficas en negro, azul y rojo. En el piso, justo debajo de la esquina inferior derecha del bastidor se presenta un disco de cera de abeja intervenido en la parte superior con 18 plomos.

Texto Artista

“En esa búsqueda encontré en la casa de mi abuela telas que habían sido fabricadas originalmente para sábanas, a partir de cáñamo plantado, cosechado, hilado y tejido en el pueblo donde vivía en España y que habían cruzado muchas fronteras hasta llegar a Chile. Coincidentemente —y eso pasa en el arte cuando se está obsesionado por algo y ponemos atención sobre algo en particular— comencé a ver cosas que antes no había visto. En la esquina de mi taller había una cooperativa campesina que operaba como ONG e intentaba proteger las artesanías tradicionales de distintas comunidades del país. En ese lugar encontré una tela proveniente de Arica llamada sabanilla, producida sólo por hombres, en telar de suelo. Lo que me llamó la atención fue que esas sabanillas estaban dispuestas en altos y dobladas de forma similar a las sábanas de mi abuela. La única diferencia aparente era que esas eran de lana y las de mi abuela de hilo de cáñamo. Empecé a obsesionarme por las calidades y cualidades de las superficies tejidas y a comprar todas la telas que llegaban al lugar. Eran cada vez más irregulares y difíciles de conseguir porque los hombres ya se estaban dedicando mas al cultivo de la coca”. Nury González. Fragmento de entrevista en revista Textil, sin fecha.

Biografia de la obra

Esta exposición es concebida como un todo, como una gran instalación, pero cada pieza puede funcionar autónomamente. Los textiles blanco, rojo y negro, fueron adquiridos por la artista en la ONG Manos Campesinas, quienes comercializaban productos de fabricación nacional. El taller de Nury quedaba en la calle Santa Filomena, en el barrio Bellavista, cerca de donde ellos funcionaban. Les compraba las telas de lino con las que empezó a trabajar. En esta época empieza a reflexionar sobre los soportes de la pintura.

“Yo iba a exponer con Rodrigo Vega, pero al final él fue para un lado y yo para otro y cada uno tuvo un pequeño catálogo diferenciado”. Respecto a esta obra en específico, Nury comenta: “Abajo, la obra presentaba un pedazo de cera virgen. Lo compraba en el Barrio de Estación Central, en la calle Exposición, donde vendían animales y cosas de animales. A esta cera les metía pesos de pesca. Los compraba en una tienda de pesca, entre las calles Merced y Huérfanos. La persona de la tienda de pesca los hacía, hasta que en un momento dejó de frabricarlos”. Entrevista Nury González 2023.

Para esta exposición Eugenio Dittborn le escribe un texto titulado “Gruta de arena para acumular”. La portada y contraportada del catálogo presentan una foto de la casa familiar de Las Cruces quemada. El incendio fue en 1991. “Sobre esta fotografía impresa en la portada del catálogo de la exposición DE PIES Y MANOS, que realicé el año 1993, se puede leer el siguiente texto: «Esta fotografía registra el estado en que quedó mi casa, ubicada en el Quirinal del balneario de Las Cruces, después del siniestro que la afectara completamente en agosto de 1992»”. «En esta casa diseñada por Joshua Smith a comienzos de siglo, pasé todos los veranos y los inviernos de mi vida. En ella se ubicaba, desde hace algunos años, mi bodega de recolección de objetos, que he venido usando como partes en todas mi obras. Lo más valioso de este archivo era, sin duda, una selección de conchas de diferentes moluscos, y piedras con toda clase de signos indescifrables. También guardaba cientos de ramitas, semillas, herramientas y objetos en desuso». «Aprovechando la fácil cercanía entre fotografía y memoria, quiero recordarme, mediante esta portada, de mi propia biografía. Asimismo, saldar un largo duelo provocado por una trágica combinación del fuego, el aire, el agua y las cenizas». Nury González, Fragmento de “Colapso de un origen”, en Taxonomías (textos de artistas), 1995.