Contexto histórico-político

La casa, historia de desplazamientos
NURY GONZALEZ (espacio/galería/FABRICA/asunción/setiembre/2006)

Nury González se enfrenta a un espacio desarmado. Pero esa condición de ruina es provisional: se trata de una casa a medias construida y demolida a medias, dispuesta a ser rehabilitada para albergar exposiciones de arte. Por de pronto, aunque transitoriamente, es un lugar desmontado: las tejas, puertas y ventanas han sido removidos y una cantidad importante de ladrillos rotos y escombros diversos se acumulan, aunque provistos de cierto orden, en cúmulos que anuncian, oscuramente, algún destino inmediato, la próxima reutilización del espacio, quizá.
El lugar presenta el esquema vacío de usos y desplazamientos cuyos trayectos diversos, discordantes por momentos, zarandean el espacio comprimiendo o desplazando las estancias, creando niveles distintos, estratos superpuestos de pura construcción que ha olvidado su destino de solar o morada.
Es, en cierto sentido un no-lugar, un des-lugar que sólo remite a lo que fue o lo que puede llegar a ser. Es la escena de una prórroga, un diferimiento. O de un espaciamiento: un sitio obrado para que algo, que se anuncia pero que aún no comparece, acontezca.
Parte de la obra misma de Nury González consiste en diagramar el mapa de los desplazamientos que ella hace en Asunción, en diversos lugares de Paraguay y entre este país y Chile. La casa se vuelve importante como destino porque el desplazamiento lo es. Por eso, intervenir un espacio supone para Nury no sólo poner en escena un relato de arqueologías y excavaciones, de espaciamientos expuestos al riesgo del acontecer, sino también habitarlo. Habitar un lugar del Paraguay -hecho que tiene para ella un sentido fuerte de cobijo y emplazamiento, de construcción continua de identidad- requiere trámites rituales, instalación de señales que amojonen el territorio ocupado. Y estos expedientes deben ser reforzados cuando involucran la casa de un amigo personal y cuando el espacio, una vez repuesto, habrá de estar afectado a una institución de exposiciones de arte.
La artista ha traído de Santiago de Chile objetos en sí mismos marcados, fetichizados, tales como un par de zapatos de charol que perteneciera a su madre, el fragmento de una cerámica griega pintada, un barco metido en una botella en 1902 por un artesano de Valparaíso, dos imágenes francesas de naturalezas muertas bordadas. Objetos intensos expuestos sacrificialmente: dispuestos a ser entregados al nuevo lugar, reauratizados de acuerdo al juego de miradas que él convoque.
Hay otra marca de Nury: la escritura bordada en los muros del sitio específico en el cual instala la obra. La casa, el lugar, en donde lo innombrable se hace ley, escribe-borda ahora en las paredes desconchadas de este lugar transitorio, deshabitado, rehabitable. Por un instante, el paraje cargado de restos, a medio camino entre el derrumbe y la otra construcción, queda punteado con la señal de lo que no es puro ladrillo removido o suplantado, sino espacio de deseo y de mirada: de espera. Lo innombrable: la cifra de lo que no puede ser demolido ni erigido, la mención del fundamento. El fundamento: no lo que sostiene desde siempre una edificación, sino lo que la suspende sobre un fondo de ausencia irremediable. Sólo sobre este fondo podrá instituirse la ley de la casa: el orden que habrá de ser cimentado y construido cada día; el precario espacio de sentido que cada día deberá ser ganado entre los restos, el texto fundacional hilvanado por un momento en las paredes para resarcir lo innombrable.

Ticio Escobar
Septiembre, 06